Dorin Kingue Elessa es hombre de respuesta pausada pero de claro pensamiento. Conversamos mientras se oyen de fondo las noticias de la TV y se pone al día de lo que sucede en el mundo desde el lugar que más aprecia en su vida, su propia casa.
Nació en Duala, ciudad portuaria de Camerún, el 1 de marzo de 1955. Fue el primer hijo de Marie, segunda esposa de Clement Kingue. A los 25 años decide marchar de su país natal para seguir formándose. En el 82 pisó por primera vez Barcelona y, aunque en su plan de ruta su próximo destino era Canadá, las circunstancias cambiaron sus planes de vida. Finalmente se quedó en España donde conoció y se casó con su mujer, Carmen. Tras más de 20 años de trabajo en el sector del transporte como autónomo, fue diagnosticado de un tumor que le impediría seguir ejerciendo su actividad laboral. Y ahora, a sus 62 años, permanece consagrado a su familia y su música, deseando ver prosperar a sus hijos en la ciudad catalana. A pesar de las dificultades, ahora su tiempo se transforma en una curiosa oportunidad para realizar algunos de sus objetivos, como el de grabar su propio disco I’m alive (estoy vivo). Hoy le entrevisto para sacar a la luz algunos de sus pensamientos y su mirada sobre el momento presente, una mirada que atraviesa dos continentes, África y Europa.
¿Te gusta vivir en España?
Sí, más que en Francia y por eso estoy aquí.
¿Por qué decidiste vivir aquí?
Al principio, mi plan era estudiar en Canadá. Incluso pagué más de la mitad de la carrera de ingeniería allí, pero enfermé. Me ingresaron en un hospital de Barcelona durante un mes y 25 días por una úlcera e inflamación del aparato digestivo. Me quedé muy débil y tuve que recibir tratamiento durante un año. Luego empecé a hacer mi vida en esta ciudad… hasta ahora.
Y has conocido costumbres e historia de dos países y dos continentes distintos. ¿Qué tiene y qué le falta a Europa?
Le falta humanidad. Y tiene mucho de individualismo.
Quizá porque en su día se fundó en base a un acuerdo económico y no por fraternidad. ¿Sucede así con las comunidades africanas?
Es que directamente la sociedad africana es así. En casi todas las comunidades, crecemos unidos. Hoy comes en tu casa pero mañana en casa de otro y sientes la seguridad de que te pueden abrir las puertas de otras casas. Allí no existen guarderías. Si una madre no puede cuidar de su hijo, la vecina de enfrente se queda con él, le da de comer, le baña y le cuida hasta que la madre vuelve a por él.
¿Tiene la mujer mucha importancia allí?
Sí, pero también hay mucho machismo en África…
¿Por qué?
No te puedo decir por qué… nos han educado así durante mucho tiempo. Es nuestra generación la que está cambiando las cosas. Los que entienden y QUIEREN ese cambio.
Mi hermana, por ejemplo decidió no casarse para ser más autónoma pero durante mucho tiempo fue muy juzgada. La sociedad allí mira con malos ojos a una mujer soltera, pero las cosas están cambiando.
¿Cómo has vivido ese machismo en Duala? ¿En qué lo notabas?
La mujer estaba siempre en la cocina.
¿Y eso lo ves como algo malo?
Si cocina, que cocine pera ella y que pueda ser dueña de su propia casa. Yo creo que debe estudiar y depender de sí misma. Mi madre trabajaba pero estaba sometida a mi padre.
¿De qué manera estaba sometida?
De todas las maneras. Él se casó con otra mujer antes de mi madre y luego la escogió a ella porque quería una mujer que supiera leer.
Fue mi madre quien me enseñó a leer, escribir, sumar y multiplicar… entre otras muchas cosas.
¿Te viene alguna palabra o alguna de sus enseñanzas a la mente ahora mismo?
Ella me decía que nada es eterno, que todo lo que empieza acaba en un momento. Tengo una canción que habla sobre ello. El título es Iden i christen (ateo) y dice: “Nada es eterno, tú me lo decías. Las montañas se derrumban. El agua se abre si de dios es voluntad. Y nosotros, sólo estamos de paso”.
Debiste de sentir mucho contraste al llegar aquí.
Yo siempre me adapto. Intento entender lo que tengo delante de mí, pero ciertamente me chocaban ciertas cosas. Aquí las mujeres podían hablar de tú a tú a los hombres, no era algo con lo que hubiera crecido en Camerún.
Volviendo a cruzar algunos kilómetros. ¿Qué es lo que más aprecias de Europa?
La democracia que no tengo en mi país.
¿Qué significa para ti la democracia?
La justicia. Este es un sistema donde al menos hay un poco más de justicia que en otros sistemas.
¿Qué sucede en tu país, Camerún, para que no se pueda aplicar este sistema?
Lo que sucede en la mayoría de países africanos, que sus dirigentes están colocados por el país que fue su colonizador para salvaguardar sus propios intereses. Desde los países europeos colocan a presidentes nativos pero los convierten en los vigilantes de su “finca”.
Hay mucha injusticia. El presidente de Camerún, por ejemplo, lleva ya más de 30 años en el poder. Cada vez que convocan elecciones aparece de nuevo electo cuando es el personaje más odiado del país. Su familias, sus amigos, su tribu…. Son los que lo dirigen todo.
En Camerún hay más de 230 tribus. ¿Cómo se han mantenido unidas?
El colonialismo impuso su idioma pero no pudo cambiar la diversidad. En nuestro caso, fue la lengua francesa y en otra región de Camerún se puso el inglés.
¿Cómo fue allí el proceso de descolonización?
Sangrante, más que en otros países. Hubo una lucha y cameruneses comunistas, socialistas, se levantaron para echar a los franceses. Pero aquello fue un exterminio.
Tú eras sólo un niño ¿Qué recuerdas?
A muchos militares en la calle. A los revolucionarios los llamaban “terroristas”. Nos hicieron creer esto. Los cogían y los fusilaban. Más tarde nos dimos cuenta de que eran los mejores hombres que teníamos en la tierra, los que habían luchado por liberarla con el apoyo de la URSS. Por entonces, la potencia que apoyaba la causa.
Con el exterminio de los intelectuales, el presidente Charles De Gaulle (Francia) dio paso a la independencia. Pero como líder escogieron a una marioneta, Ahmadou Ahidjo, un hombre que trajeron del Norte de Camerún y que apenas había escuchado hablar sobre la independencia y la revolución, y lo escogieron como presidente.
El 1 de enero de 1960 Camerún obtuvo la independencia.
A través de una horrible estrategia.
Es lo que ha pasado en todos los países. Cuando Ahmadou Ahidjo empezó a preocuparse de su pueblo, le apartaron de su puesto en el poder. Le hicieron creer que tenía un cáncer terminal, y tuvo que escoger a otro mandatario.
Cuando se dio cuenta de la mentira, después de acudir a otro médico, ya fue demasiado tarde. Intentó realizar un golpe de Estado que no llegó a funcionar. Todo el país se prefería al nuevo, que venía con muchas promesas.
Siendo testigo de todo esto ¿qué le debe Europa a África?
Mucho. África está como está por el pillaje europeo. Está corrompida y es corrupta por la mano de occidente. Se controlan sus administraciones para controlar los recursos que existen en esta tierra. Entran en el país, consiguen establecer un acuerdo con su líder y extraen lo que quieren, declarando lo que les da la gana.
¿Cómo pueden estos países remendar el daño causado al continente africano?
Simplemente no pueden. La reparación sólo depende del africano, de las futuras generaciones, de su mentalidad y su lucha. Pero no se puede hacer desde aquí (Europa). La gente de occidente no va a hacer que África se desarrolle, el continente más rico que hay, por cierto. Francia vende uranio, pero no tiene. Lo extrae de África. Y a qué precio…
En un país como la República Democrática del Congo, por ejemplo, siempre se vive en conflicto por su riqueza. Sus dirigentes cambian constantemente entre golpes de estado y dictaduras y siempre acechan las guerrillas armadas. Tienen grandes reservas de minerales y recursos naturales, diamantes, coltan… Y la miseria de su país es a causa de su misma riqueza.
Qué paradójico.
Sí.
Dejaste Camerún con 25 años, después de viajar por varios países, tenías planificado irte una temporada a Francia y finalmente Canadá ¿Por qué te quedaste en Barcelona?
Me gusta vivir en Barcelona, el tiempo que hace aquí, la amabilidad de la gente, muy atenta a lo que le suceden a otras personas.
¿Y con todo esto que está pasando en Cataluña?
No, con esto no estoy tranquilo.
¿Por qué?
Porque no me gusta el separatismo. Está en juego la estabilidad de un pueblo.
Pero es un pueblo que ideológicamente está dividido.
Todos los pueblos están divididos de la misma forma pero hace falta ser inteligente y pensar en el futuro, sabiendo que sólo unidos la gente puede vivir mejor. Hay mucha gente que es egoísta y sólo piensa en sus bolsillos.
Pero ¿qué pasa con la gente que no tiene nada y aun así prefieren autodeterminarse, optar a formar parte de una república?
Entonces hablamos de luchar por la igualdad, no por la separación, porque aunque este pueblo se independice, los cuatro que están robando seguirían así y el pobre seguiría siendo pobre.
¿Cómo debe ser esa lucha entonces?
De la misma forma que ahora pero, en vez de referendar por la división, hacerlo por la aplicación de los derechos básicos. En la constitución aparece que todo español tiene derecho a un techo y eso tampoco lo están respetando. Si saliéramos para reivindicar esto con la misma fuerza… seguro arreglarían algo.
Muchos que están en la calle no saben por qué luchan. Algunos luchan por una persona que ya tiene asegurada su riqueza en su banco.
¿Por qué crees que debemos luchar?
Para que todo el mundo tenga una casa. Para que los sueldos se revisaran… El liberalismo económico no debería llevar enfrentar personas con personas. Vivimos en un sistema el que, mientras unos ganan tantísimo dinero, otros duermen en cajeros automáticos… eso no puede ser legal.
¿Qué es para ti la ley?
Una herramienta que ayuda a convivir en paz a la humanidad, a respetarse mutuamente y en el entorno donde vive. O algo que, al menos, debería ayudarnos a alcanzar ese fin.
¿Y cuál crees que es el siguiente paso para el progreso de esta humanidad?
Preocuparse realmente de que todo el mundo tenga las mismas oportunidades: una casa, poder estudiar y, sobre todo, saber orientar a los niños y niñas según las necesidades del país. Es lo que va a tener que pasar en estos países europeos. Si todo el mundo tiene un título universitario pero nadie sabe poner una bombilla…
¿Te sientes afín a algún partido político actual? ¿Alguno que te haga creer que eso es posible?
No…. Creo que todos miran sus bolsillos. El hombre es imperfecto y el mundo, materialista.
Pero te decantas por una tendencia social…
Es que nacemos con esto. Todos nacemos socialistas. Empieza en la familia, cuando una madre intenta que no les falte nada de comer a cada uno de sus hijos. Pero si los mismos padres inculcan actitudes egoístas en ellos…
Entrevista: Patricia Porteros